La música es un mundo fascinante. Nos aporta momentos únicos. No solo cuando la escuchamos, también cuando cogemos un instrumento y nos ponemos a interpretarla. Para tocar un instrumento no necesitamos estar tocados por una varita mágica. Es cuestión de haber recibido algo de formación y mucha práctica. Y, sobre todo, de disfrutar. Seguro que hemos escuchado comentarios de personas, que tocan algún instrumento, sobre lo bien que se sienten cuando interpretan música. No hace falta que sean músicos profesionales, basta con que sea una afición.
Marta trabaja de administrativa en una empresa de transportes. Estudió filología hispánica, pero por avatares de la vida encontró ese trabajo. Es el que le paga las facturas. Siempre tuvo cierta inclinación hacia el arte. En su habitación tiene un teclado Casio programado con el sonido de un piano. Cada tarde, cuando llega de trabajar, se sienta frente al teclado y se pone a tocar. Es el momento más reconfortante del día. Desconecta de la rutina y se siente pletórica. Es realmente ella.
Fernando tiene una guitarra acústica en la habitación. Cuando era adolescente tocaba en un grupo de Rock. No se puede decir que sea un virtuoso, pero lleva tocándola desde siempre. A menudo, coge la guitarra, la sienta sobre sus rodillas y pasa las horas tocando blues. Dice que lo hace para relajarse, pero lo cierto es que cuando está tocando no existe nada más. El tiempo se detiene en ese momento. Tiene que dejar de tocar porque le empieza a doler los dedos de la mano derecha o porque la vida continúa y las responsabilidades no esperan.
Pilar, de Alicante, nos dice que es bueno seguir aprendiendo. Lo bueno que tiene la música es que nunca dejas de aprender. Ella tiene en el comedor de su casa una pianola que heredó de su madre. La toca desde pequeña, incluso estudió algo de solfeo y de piano. La pianola está ahí. Hay temporadas que la utiliza a menudo, como se puede tirar dos años sin tocar una tecla. Por recomendación de su hermana se puso en contacto con Kristina Kryzanovskaya, una profesora de piano rusa que imparte clases a domicilio. A la familia y los amigos les gusta escucharla tocar. Es una lástima que pierda esa afición. Cuenta Pilar que ha aprendido más estos meses, desde que recibe clases, que en los últimos 7 años. Las clases de piano han vuelto a reavivar la llama de la música.
Beneficios para el cerebro.
Dice la neuro-psicóloga Anita Collins que cuando un músico toca un instrumento se desatan fuegos artificiales en su cerebro. La cabeza separa los elementos que conforman la música (la melodía, la armonía, el ritmo) y los vuelve a unir. Envía órdenes a las extremidades para ejecutar un movimiento y procesa toda la información en décimas de segundo. Acontecen una multitud de acciones y reacciones en nuestro cerebro, unas consecutivas y otras simultáneas, en un tiempo récord.
En la ejecución de un instrumento intervienen las cortezas cerebrales visual, auditiva y motriz, y las fibras nerviosas que conectan el hemisferio izquierdo y el derecho. Es uno de los ejercicios más completos que ejercitan nuestra mente. Por eso, algunos neurólogos recomiendan la práctica de la música para potenciar el desarrollo mental de los niños y prevenir, en adultos, deterioros neuronales como el Alzheimer.
Además de eso, el periódico El Diario.es enumera 4 beneficios más que repercuten en nuestra salud cerebral:
- Desarrolla la creatividad. La música es un canal de expresión. Un medio por el que afloran nuestras emociones. Un vehículo por el que canalizar nuestra energía. Uno puede pensar que este fenómeno se da en el proceso de la composición. Nada más lejos de la realidad. En la forma y manera con la que interpretamos una pieza dejamos entrever nuestro estado de ánimo.
- Educa en la disciplina y la perseverancia. Aprender a tocar bien un instrumento lleva horas de práctica. Periodos en los que repetimos una y otra vez el mismo ejercicio, como si fuéramos niños pequeños memorizando un texto. Acostumbra a la cabeza y al cuerpo a trabajar de forma sincronizada. La música nos enseña a tener paciencia. Ejecutar bien una pieza conlleva tiempo de preparación. En el que en un principio, no tenemos la certeza de que tocaremos correctamente, pero que a base de trabajo y perseverancia, lo logramos.
- Reduce el estrés y la ansiedad. Muchos psicólogos coinciden en el carácter terapéutico de la música. Digamos que tiene un poder evasivo, en el sentido bueno. Es una actividad que requiera tanta atención y ocupa de tal manera nuestro cerebro, que aleja de él las ideas negativas y rumiantes que lo acosan. Mientras tocamos música, alejamos las preocupaciones de nuestra mente. Puede ser que en un principio los sentimientos de rabia o tristeza se reflejen en nuestra forma de tocar, pero a medida que nos vamos dejando llevar por la música, estos sentimientos se disipan. Cuando hemos dejado de interpretar música, tenemos una claridad mental que nos ayuda a enfrentar, de otra forma, nuestros problemas.
- Eleva la autoestima. Tocar música nos hace sentirnos bien. Hemos sido capaces de crear belleza sonora. Eso nos llena de satisfacción. Si para llegar a ese punto, le hemos dedicado tiempo de ensayo, nuestra dicha es aún mayor. Apreciamos como el tiempo invertido ha merecido la pena. Esa confianza en nosotros mismos, que hemos acrecentado interpretando música, se traspasa a otros ámbitos de nuestra vida. Sabemos que por muy complejos que sean los retos que nos propongamos, lograremos conquistarlos.
Los mejores instrumentos para empezar a tocar música.
Tras consultar a un conjunto de músicos profesionales y profesores de música, la revista digital chilena La Tercera nos propone una serie de instrumentos para empezar a practicar, como aficionados. Cuando los dominemos, quién sabe, lo mismo intentamos tocar otros. Estos son los propuestos:
- El piano. Cuando “La Tercera” habla de piano se refiere a todos los instrumentos que tienen un teclado con esa disposición. Para empezar a tocar el piano se recomienda tener una cierta base de teoría musical. Muchos pianistas empiezan estudiando solfeo. Sin embargo, el piano tiene la ventaja de que cada tecla se corresponde con una nota. Tenemos la facilidad de identificar los sonidos rápidamente. Por otro lado, el piano ofrece una posición amigable, que permite tocarlo sin forzar la postura de las manos, ni del cuerpo. Estamos colocados como si estuviéramos sentados frente a una mesa o un escritorio. Con los brazos ligeramente extendidos. Un teclado de 32 teclas, con tres octavas, ofrece un espacio amplio en el que explorar.
- Ukele soprano. El ukelele es uno de los instrumentos de cuerda más fáciles de tocar. Posé un mástil pequeño y estrecho, más ergonómico que el de la guitarra, por lo que es más sencillo colocar los dedos sobre los trastes. Tiene una afinación al aire en Do sexta, mientras la guitarra se afina en Mi. Solo tiene 4 cuerdas, al aire, sol, do, mi y la. Controlando tres sencillos acordes: do, fa y sol, tienes suficiente para empezar a tocar buena parte de las canciones más populares. Existen 4 tipos de ukelele, que varían en función de su tamaño, y del tono que emiten: el soprano (que es el más pequeño), el concierto (que le sigue en tamaño), el tenor (que es un poco más grande) y el barítono (que es el mayor). Es una buena opción para introducirse en los instrumentos de cuerda.
- El clarinete. En muchas escuelas ponen en contacto a los niños con la música por medio de las flautas. Algunos profesores de música prefieren enseñar música con el clarinete, puesto que opinan que es más sencillo de manejarlo y tiene una mayor riqueza sonora. Los clarinetes clásicos se fabricaban con maderas nobles. En la actualidad, algunos fabricantes de instrumentos los hacen con materiales más económicos como el PVC. Otra diferencia fundamental es que mientras la flauta se acciona con el aire que expira el intérprete, el clarinete tiene una lengüeta en la boquilla, que vibra y produce sonido con menos esfuerzo.
- La guitarra acústica. La guitarra no es uno de los instrumentos más sencillos de tocar; sin embargo, existe tal cantidad de material accesible en forma de cursillos, métodos y tablaturas que cualquier persona, dedicándole tiempo, puede tocarla con cierta destreza, aunque no tenga conocimientos previos de música. El método de aprendizaje por cifra, en el que se pone un número sobre una especie de pentagrama dibujado con 6 líneas, que representan las cuerdas de la guitarra, permite que los aficionados desarrollen su técnica para tocar sin conocer nada de teoría musical. La guitarra es un instrumento económico (si lo comparamos con un piano) y fácil de transportar, lo que lo ha convertido en el instrumento más popular en determinadas regiones de Europa (como el litoral mediterráneo) y en toda América. Su presencia en diferentes culturas ha permitido que se desarrollen distintas técnicas y estilos de una forma popular, como el flamenco, el blues o el son cubano.
Tocando un instrumento, además de pasártelo bien, te reportará interesantes beneficios mentales y emocionales.