Muchas mujeres encuentran la felicidad en un empleo como profesora

Una de las cosas que más nos puede ayudar a ser una reina con todas las letras es trabajar en aquello que nos gusta, en aquello que creemos. Gracias a eso, conseguiremos obtener una felicidad casi completa. Debemos recordar que la mayoría de las personas no disfrutan trabajando y que esa es quizá una de las cuestiones que generan más infelicidad. Si nosotras, por nuestra parte, conseguimos dedicar nuestra experiencia profesional a todas aquellas labores que nos llenan, está claro que vamos a tener argumentos para sonreír y ser felices, que a fin de cuentas es lo más importante en esta vida.

Son muchas las actividades que tienen la capacidad de llenar nuestras vidas de alegría y no cabe duda de que ser profesora es una de ellas. Que nadie se equivoque: es un trabajo duro y que conlleva una enorme responsabilidad puesto que determina el conocimiento que van adquiriendo las nuevas generaciones. Sin embargo, también es una actividad que nos permite desarrollarnos tanto personal como profesionalmente y cuyas recompensas no solo se deben medir por el dinero de la nómina, sino también por el cariño que vamos generando en nuestros alumnos y alumnas.

Es destacable la cantidad de mujeres que ha encontrado la felicidad gracias a un trabajo como profesora. Este es uno de los empleos que genera una mayor alegría entre las mujeres de acuerdo a diversos estudios que han sido publicados en los últimos años. Y es una maravilla que sea así, porque son más las mujeres que están opositando para convertirse en profesoras como consecuencia de esto. Así nos lo han indicado desde Preparadores Valladolid, quienes aseguran que dos terceras partes de su alumnado es público femenino. No es casualidad ni mucho menos que así sea.

Es una buena noticia que las mujeres disfruten tanto de una profesión como lo es la de profesora. Ellas tienen mayores dotes para la empatía y ese es un aspecto fundamental para el desarrollo del aprendizaje de los más pequeños y pequeños. Se trata de una cualidad que, desde luego, es necesaria ya no solo en las aulas, sino en toda la sociedad en general. Y es que todo funcionaría mucho mejor si demostráramos una mayor compresión con las personas que nos rodean. Seguro que, con eso, evitaríamos muchos de los enfrentamientos y peleas que se ocasionan en todas las capas de nuestra sociedad y que hacen de ella algo un poco peor.

El Plan Bolonia no se está ejecutando

Hablando con algunas de las profesoras que conocemos o con alguna de las aspirantes a ello, nos ha llegado la noticia de que no se está llevando a cabo prácticamente ninguna de las cuestiones que estaban asociadas al Plan Bolonia. Esto, sin duda, está complicando una impartición de clases que a estas alturas debía ser mucho más especializada y más fácil. En este sentido, España tiene un problema que haría bien en solucionar puesto que no es lo mismo aprender rodeada de 14 personas que hacerlo entre 30.

En una noticia que vio la luz en la página web de El Economista en el año 2015 se indicaba que ninguna de las medidas que estaban contenidas en el Plan Bolonia se había consolidado tras el cumplimiento de los 5 años de la entrada en vigor de la medida. Otros países sí que lo han conseguido e incluso ya contaban con esas medidas antes de la entrada en vigor de dicho plan, lo cual no habla bien de la situación por la que pasa el sistema educativo de nuestro país. Está claro que hay muchas cosas que corregir y que habría que hacerlo a la mayor brevedad posible.

¿Qué implica esto en lo que respecta a los profesores y profesoras de los colegios e institutos? En primer lugar, una mayor dificultad para impartir una clase puesto que es más difícil mantener el orden entre 30 personas que entre 15. En segunda instancia, una mayor dificultad para personalizar el aprendizaje y poder dedicar un amplio espacio de tiempo para cada alumno en particular. Las consecuencias de esto, según nos indican las profesoras con las que estamos permanentemente en contacto, pueden ser fatales para estas personas.

Confiamos en que las cosas cambien más pronto que tarde. Se trata de un asunto que depende más de la voluntad política de las administraciones que de lo que puedan hacer los profesores y profesoras. El verdadero valor de la educación española, lo que le confiere todavía esa calidad de la que presumimos muchas veces, es la de sus profesores y profesoras. Está claro que, si ejecutamos todas las medidas a las cuales estamos obligados por el Plan Bolonia, la labor educativa va a ser mucho más fácil… y también más efectiva, que es de lo que se trata.

 

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